Festival de
Literatura Valle de Sibundoy
Homenaje a
la Madre Tierra
Agosto 2 y
3 de 2014
Al sur de Colombia, en la región
amazónica, se encuentra el departamento del Putumayo. Este bello y exótico
territorio fue epicentro en las primeras décadas del siglo XX, de una de las tragedias
humanas y ambientales más grandes de la historia, después de que el negocio de
la quina se desplomará, la Casa Arana,
empresa cauchera registrada en Londres como Peruvian Amazon Rubber
Company, abrió sus puertas y se llevó la
vida de miles de indígenas que habitaban cerca al cauce del río Putumayo. El
inglés Roger Casement, retrataría en el Libro rojo del Putumayo las
atrocidades cometidas por Julio Cesar Arana y sus hombres en 1907 “Después de
ordenar el Jefe de la Sección a sus subordinados que se armen emprenden el viaje en busca de las tribus de indios, y
proceden a dictar el número de kilos de caucho que cada indio debe entregar. Al
pesar las cantidades entregadas se nota que algunos no han logrado presentar la
cantidad entregada, en esas circunstancias reciben veinticinco azotes […] Al
décimo azote la víctima pierde el sentido. Sucede otras veces que tres o cuatro
indios dejan de aparecer en la correría, porque no han podido recoger la
cantidad de caucho exigida. En ese caso
el jefe da orden a cuatro civilizados para que interroguen a diez indios
hostiles a los que hacen falta para que digan dónde se ocultan. Verificase
entonces el espectáculo más horrible. Después de
rodear la choza en donde se ocultan esos desgraciados se les prende fuego, los
indios que pretenden emprender la fuga son fusilados inmediatamente. En las
chozas se ocultan ancianos, niños y enfermos”. Es así como a través de la literatura
se logró visibilizar “el escándalo del
Putumayo” y el gerente de la Casa Arana fue sindicalizado por la muerte de
miles de nativos, aunque no pago ninguna condena debido al inicio de la primera
guerra mundial, el Comité de la Cámara de los Comunes del Reino Unido procedió
a la liquidación de la Compañía. El escritor colombiano José Eustasio Rivera se
uniría a la denuncia y en 1924 relataría en su célebre novela La vorágine el
régimen de injusticia imperante en las caucherias “Mas el crimen perpetuo no
está en las selvas sino en dos libros: en el Diario y en el Mayor. Si Su
Señoría los conociera, encontraría más lectura en el debe, que en el haber, ya
que a muchos hombres se les lleva la cuenta por simple cálculo, según lo que informan
los capataces. Con todo, hallaría datos inicuos: peones que entregan kilos de
goma a cinco centavos y reciben franelas a veinte pesos; indios que trabajan
hace seis años, y aparecen debiendo aún el mañoco del primer mes; niños que
heredan deudas enormes, procedentes del padre que les mataron, de la madre que
les forzaron, hasta de las hermanas que les violaron, y que no cubrirán en toda
su vida, porque cuando conozcan la pubertad, los solos gastos de su niñez les darán
medio siglo de esclavitud”. De esta forma continúa tejiéndose la historia del
Putumayo, entre la belleza y la muerte, entre la literatura y la crueldad. Y
también entre las paradojas, porque en el siglo XXI hubo quien critico vehementemente
a los indígenas por oponerse a las leyes que entregan la Amazonía a la minería
y por “obstaculizar el desarrollo, la civilización y la modernidad”, utilizando
los mismos argumentos esgrimidos en la época del caucho , y es que el gran
contradictor del estilo de vida de los pueblos originarios de Latinoamérica, es
precisamente quien escribe “El sueño del celta”; libro publicado en el 2010 y en el que se narra la vida de Roger
Casement, el hombre que defendió los derechos de los pobladores de la frontera
colombo-peruana, pero bueno, así es la historia, ese mismo año Vargas Llosa
recibiría el Premio Nobel de Literatura…
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Fotografía: Handerburg |
Pero
volviendo al siglo XX, en 1968 el libro “Siervos de dios y amos de indios” del
antropólogo Víctor Daniel Bonilla expondría al mundo los dispositivos
ideológicos, disciplinarios y morales que ejercieron los hermanos capuchinos
contra los pueblos inga y camentsá del alto Putumayo, el fomento de métodos de opresión y tortura
como el cepo y el látigo, utilizados en personas ancianas y respetas con el
ánimo de infundir terror en las comunidades y el despojo de tierras son algunos
de los temas que toca este importante libro, que en el ámbito nacional
contribuyó a la revisión del Concordato entre el Vaticano y Colombia por medio
del cual la Iglesia Católica controlaba casi tres cuartas partes del país.
Por todo
lo anterior resulta interesante saber que en el mes de agosto del presente año
se celebrará en el municipio de Sibundoy la sexta versión del FESTIVAL DE
LITERATURA VALLE DE SIBUNDOY, este evento que promueve el amor por la lectura y
la escritura, por la música y la poesía, como una forma de trasformación social
que busca contribuir al desarrollo humano generando iniciativas de paz y
educación, donde se realizan actividades que incluyen lectura de poemas,
narración oral, presentaciones musicales, danza, donación de libros, estará dedicado
a la Madre Tierra y es una garantía de que el arte y la cultura seguirán
apoyando a los pueblos en sus justas
luchas y reivindicaciones sociales y, como no, celebrando la vida y la
esperanza en el sur de Colombia.
¡Hasta la poesía siempre!
Pedro Ortiz